sábado, 11 de mayo de 2019

Anónima


Después de ir a buscar al niño al colegio se sentó un rato a estudiar. Estaba preparando unas oposiciones para enfermera recién convocadas. El niño al ver la que todos los días hacía lo mismo, mientras el veía la serie infantil de Disney, le preguntó que hasta cuándo había que ir al cole, ¿hasta que uno se muera?

- Un poco antes te dan  vacaciones, así que no te preocupes.

Preparó una pequeña cosa para merendar y lo llevó a la piscina. Sentada en las gradas, sus ojos se repartían entre las brazadas del niño y una libreta de apuntes  con posibles ejercicio que podrían caer en el examen. Al volver a casa la esperaba la lavadora y el tiempo de recoger la ropa tendida. Tocaba a hacer la cena y meter al niño en la bañera.

Pero ahora, aun, restan colgar la ropa de la lavadora mientras canta una canción que solo pueden escuchar quién a su vez la manda a callar pues así él no puede estudiar ni ver la tele. Le queda barrer la cocina. Recuerda que el fregadero está lleno, que tiene que poner el tomate en un bote con aceite para que no se eche a perder. Y mientras el niño se va a la cama, ella limpia la mesa y da gracias por no vivir con su pareja. El niño ya duerme, ella prepara el uniforme del colegio para mañana y, añorando la posibilidad de un trabajo más serio y ordenado, vuelve a su mesa de estudio para seguir en la brecha.

Esta es la pequeña historia de la tarde de una mujer a quién tú que lees este post seguro que puedes ponerle nombre.




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