Unos dicen que tiene el rango de
ciencia como como la que más, otros dijeron que era algo meramente teórico y
sujeto a la opinión personal. Aparece y
desaparece de los planes de estudio cada vez que cambia el responsable de turno,
pero siempre desde un principio ha estado ahí. Es la Filosofía, la ciencia de
los “por qués”, de los “cómos” y de los “cuándos”. En cada momento surgen
pensadores y sabios que la saben colocar en su sitio. Tal es el caso de Javier
Muguerza (Coín -Málaga-, 1936 - Madrid, 2019), recientemente fallecido y que, con sus textos y reflexiones, abrió un
mundo nuevo a la generación de la democracia.
Su padre y abuelo eran
republicanos y ambos fueron perseguidos por el régimen franquista. Ninguno de
ellos había tenido nada que ver con la Falange y estaban en la onda de Juan
Negrín y Fernando de los Ríos.
Veinte años después de la matanza
de sus familiares, pasó un tiempo en prisión. A la salida, se enrola
activamente en el movimiento universitario, allá por 1956, siendo uno de los
autores principales del manifiesto que se da a conocer en aquellas fechas. En
el mismo los estudiantes se reconocen como hijos de una joven ciudad que debe
superar definitivamente la dialéctica de vencidos y vencedores.
De preso de la dictadura
franquista pasa a ser maestro de la libertad. Disconforme con las amenazas y
las mordazas que encorsetaban la vida en las aulas, impulsó, dentro y fuera de
ellas, ese ambiente de libertad en el que se criaron no pocos alumnos y otros
tantos profesores.
Obras como “La razón sin esperanza”
o “Desde la perplejidad”revelan la complejidad del pensamiento filosófico y la
necesidad de reflexión de cada cual a la hora de situarse en el mundo.
·
A ciencia incierta (inédita)
·
De lo divino y lo
humano (inédita)
·
Decir que no. Ensayo
sobre la relevancia ética de la razón (inédita)
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