Conducía
normal, pues suelo ser muy prudente, y además tampoco me entusiasman las
carreras, y había puesto, dentro de un barrio de la ciudad, el indicador de la
derecha para doblar en esa dirección y, mira por donde, cuando voy a hacer el
giro un motorista veinteañero, a toda mecha, me adelanta por la derecha. Fueron
buenos los reflejos, que paré a tiempo. Estuve a punto de atropellarle. Y
seguro que me hubieran echado la culpa a mí, aparte del desastre que podía
haber originado a una tercera persona, el motorista en cuestión, sin culpa
alguna por mi parte. No solo tenía mi indicador encendido, sino que además no
se puede adelantar a ningún vehículo por la derecha.
En
España ya lleva años el carnet por puntos. Por infracción cometida, punto que te
quitan, hasta que te puedes quedar sin carnet de conducir. Pero eso no ha
rebajado el número de accidentes. Seguimos más o menos igual. Se siguen sin
respetar los pasos de peatones. Alguna vez me toca el claxon el que viene detrás
porque paro ante las cebras en cuestión. Y me entran ganas de bajarme y
explicarle lo que hay que hacer cuando se llega a un paso de ese tipo y una
persona viene o intenta cruzar.
Me
doy cuenta que las señales de stop se convierten casi siempre para muchos en un
ceda el paso, y éstas desaparecen pues la velocidad no disminuye cuando se
llega a ellas. No digamos nada si la falta es cometida por una mujer y el que
viene detrás es un hombre: “mujer tenías que ser”.
Hombre,
sí, sé que esto no es lo general, que son excepciones. Pero son muchas las
excepciones. También son muchos los que intentamos guardar las formas debidas
llevando un volante. Pero algo habrá que hacer. Aunque pienso que, en el fondo,
estas cosas no son otra cosa sino reflejo de la educación y de los modales que
uno lleve en la propia vida. La vida también es como un coche que se conduce,
unos van más deprisa otros respetando las señales que indican los otros. Unos
creen que todo son derechos, y hay algunos que piensan que todo son deberes…
pero para los demás. Las normas son necesaria en una convivencia, donde el
respeto a los demás, como decía mi abuela, es muy bonito.
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