Redes pequeñas de 4 a 6
jóvenes de nacionalidad española y otras occidentales se integran en grupos
islamistas que operan en su mismo país.
¿Qué les falta a estos
jóvenes en su país? ¿Es que la cultura, la educación, los valores transmitidos
ya no valen? ¿acaso ganan en nobleza y buen sentido los valores yihadistas? ¿No
son estos los que, rayando en un radicalismo feroz, le dan una patada a la
tolerancia los que han de cambiar?
Detrás de sus protestas, al
adoptar una vida y cultura opuesta a aquellas con las que se educaron hay, en
el fondo, una denuncia de aspectos de la
realidad occidental que no les gusta como los sentimientos de exclusión, de
humillación, de injusticia. Es casi una crisis de identidad.
El conflicto es que para
solucionar un problema están creando otro: la violencia, la cual crea más
problemas sociales que los que pretende resolver.
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