Desde hace muchísimos años
las tenía guardadas dentro de sí. En lo más hondo de su corazón y con llave.
Habían sido muchas las heridas de injusticia recibidas en su trabajo y por
parte de algunos compañeros. Se convirtieron en una herida de la que salía hasta
sangre.
Un día se encontró con Alicia,
su íntima amiga y compañera en tiempos de juventud. No sabe cómo. Fue como la
erupción de un volcán que no se espera. Y en el parque, donde de jóvenes se
sentaban a charlar, el paisaje se quedó regado con sus lágrimas. Sí, corazón
liberado y una nueva etapa que comenzaba sabiendo que nadie la podría atar. La
conciencia de libertad había llegado a ella.
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