Lo confieso. Soy un asiduo
consumidor de las tertulias radiofónicas de temática política. Y de los
programas de televisión, y conspicuo lector de editoriales sobre estas
cuestiones. Me interesa la política, es cierto. Considero que nos afecta a
todos.
Este año no me puedo quejar.
Después de haber pasado varias veces por las urnas y de haber escuchado propuestas y hasta mítines de los diversos líderes
pudiera quedar suficientemente saciado. Pero -soy así- aun quería mas. Quería presenciar
en qué quedaban las negociaciones de los partidos en ayuntamientos y autonomías;
quería comprobar cómo, en la práctica, los políticos demostraban o no su
capacidad de pactos, de negociación, dónde estaban y dónde no sus líneas rojas,
verdes o amarillas. Y sobre todo, su capacidad de formar o no un gobierno
nacional (“un anillo para gobernarlos a todos”, que decía Saurón en los libros
de Tolkien).
Tengo por norma diversificar
mis fuentes: desde El País o El Español, hasta La Vanguardia, Diario.es, Público,
Las mañanas de Jiménez Losantos, El Plural, Cuartopoder, En Casa de Herrero,
Hora 25, El Confidencial, El Periódico de Barcelona, ValenciaPaza, República, Infolibre,
El Mundo, 20 Minutos, … Incluso, a veces, me da el subidón y escucho en Ivoox la
Contrcrónica, la Voz de Cesar Vidal (no confundir con Nacho Vidal, que va de
otro rollo…) desde allende del Atlántico. Naturalmente también Al Rojo Vivo, ElCascabel o La Sexta Noche…
Pero me canso. Ya me sé lo
que va a decir cada cual sobre cada tema. No hay sorpresas. No quedan versos
sueltos y todo son consignas, repetidas como Perogrullo por cada columnista, por
cada contertulio. Y me canso.
Lo que en su día me divertía
más que Juego de Tronos empieza a parecerme un juego de truños,... pero sin dragones.