Después de la cena paseamos
juntos, cogidos del brazo por las tranquilas calles de la ciudad vieja, en
extraña comunión. Yo entonces calle abajo, solo aspiraba a su presencia a mi
lado y deseaba hacerla eterna.
Sueño con volver a verla...
Me doy cuenta de que ella siente interés por mí, esto es evidente, pero da la
sensación de que no quiere precipitarse y yo no quiero forzar la situación,
pero me consume mi propio fuego.
Quizás esta sea la relación
distinta a otras en mi vida, precisamente por ello quiero llevarla de un modo
diferente. Debo tener paciencia para que prosiga bien. A su lado siento esa
deliciosa seguridad insegura. Siento que es mío pero que no me pertenezca.
Cuando escuché su voz por
teléfono me di cuenta que todo seguía igual en mi deseo de verla ¿será posible
que yo a esta mujer le quiera de verdad? ¿Será posible que acepte sus defectos?
Me consta que es falsa y lleva una doble vida, aunque a mi no me engaña, engaña
a la otra mujer, pues es lesbiana y convive con ella cada día.
Ha pasado la noche como un
soplo de aire. Ha venido y nos hemos amado durante horas porque ella deseaba
verme tanto como yo. Al marcharse me quedé con el gozo vivido y con la
inseguridad de mañana. Comienzo a hacerme otras preguntas. Es inevitable.
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