Hemos sido capaces de
experimentar no solo que todos somos uno sino también que todo es uno.
La misma importancia ha
tenido el saborear las dos buenas pizzas, que compartimos entre los cuatro, que
el hecho de contarnos nuestros proyectos, esperanzas, ilusiones en un abanico
que va desde la playa de Arinaga, próximo domicilio de Tere, hasta la ilusión y
esperanza de Julián en el nuevo tratamiento médico que está recibiendo.
Momentos bellos unos y otros
de locura que hemos vivido. Satisfacciones y contentos que la vida ha ido
dejando entre nosotros, y que espontáneamente se convirtieron en risas y carcajadas,
como también en penas y angustias compartidas de situaciones personales vividas
por alguno en estos momento y que las lágrimas hicieron brotar.
La vida nos ha juntado y su
llamada hemos seguido. Y algo hemos crecido en el seguimiento de esta llamada.
Sí. Es posible consolidar una
amistad. Con la mayor de las modestias podemos decir con el corazón satisfecho
que ayer al llegar a casa y mirarnos en el espejo cada uno vio el rostro de los
otros.
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