Cualquier cosa me irrita.
Interiormente, me siento mal con alguna frecuencia. No sé a qué es debido. ¿Depresión?
He quedado mañana con un
hombre a quien conocí en una visita que hizo a mi trabajo. Fue una intuición
porque la visita fue más rápida que el paso de un cometa... Siento gozo y alegría ante este encuentro y al mismo tiempo estoy llena de
miedo. Habíamos quedado en la fuente de la plaza de las ranas. A la hora en
punto ahí estaba él con gabardina y
sombrero azul oscuro y yo vestida con una falda roja que estrenaba.
Después de presentarnos
decidimos dar un paseo despacio mientras
nos conocíamos un poco más. Fue una salida perfecta. Algo que los dos estábamos
necesitando. Solo había habido un saludo de manos, un beso que ha sido de
presentación en la mejilla, en una noche entrañable. Me gustó mirarme en sus
ojos y sentir que le gustaba mirarse en los míos. Quedamos para el día
siguiente, con intención de bajarnos a las 12 en la playa.
Pasaron las horas y ya había
salido la luna, que brillaba esplendorosa, cuando me enseñó su lugar de
trabajo. No había estado nunca en una sastrería. Mientras me explicaba despacio
el proceso de conservación reparación o hechura de cualquier traje, me deslice
suavemente por el piso de madera, casi sin hacer ruido y como queriendo leer
las huellas que él cada día dejaba en ese pasillo.
La verdad es que
interiormente estaba viviendo un momento en de felicidad, donde de manera libre
y espontánea expresaba lo que sentía interiormente.

No hay comentarios:
Publicar un comentario