Cualquier cosa me irrita.
Interiormente, me siento mal con alguna frecuencia. No sé a qué es debido. ¿Depresión?
He quedado mañana con un
hombre a quien conocí en una visita que hizo a mi trabajo. Fue una intuición
porque la visita fue más rápida que el paso de un cometa... Siento gozo y alegría ante este encuentro y al mismo tiempo estoy llena de
miedo. Habíamos quedado en la fuente de la plaza de las ranas. A la hora en
punto ahí estaba él con gabardina y
sombrero azul oscuro y yo vestida con una falda roja que estrenaba.
Después de presentarnos
decidimos dar un paseo despacio mientras
nos conocíamos un poco más. Fue una salida perfecta. Algo que los dos estábamos
necesitando. Solo había habido un saludo de manos, un beso que ha sido de
presentación en la mejilla, en una noche entrañable. Me gustó mirarme en sus
ojos y sentir que le gustaba mirarse en los míos. Quedamos para el día
siguiente, con intención de bajarnos a las 12 en la playa.
Pasaron las horas y ya había
salido la luna, que brillaba esplendorosa, cuando me enseñó su lugar de
trabajo. No había estado nunca en una sastrería. Mientras me explicaba despacio
el proceso de conservación reparación o hechura de cualquier traje, me deslice
suavemente por el piso de madera, casi sin hacer ruido y como queriendo leer
las huellas que él cada día dejaba en ese pasillo.
La verdad es que
interiormente estaba viviendo un momento en de felicidad, donde de manera libre
y espontánea expresaba lo que sentía interiormente.
Mientras él no paraba de
hablar pausadamente, yo, habiendo vencido a mi propia timidez, me encontraba lanzada
como una cometa. Me iba partiendo por dentro en pequeños trocitos, y me senté
en plan pose en su mesa de trabajo. Con gran astucia por mi parte, me colgué en
la lámpara del techo, mientras abría los libros de su escritorio, queriendo
identificarme con su letra, de tal manera que, después de aquella noche, cada
día que amaneciera uno de aquellos libros de trabajo me llevara a su
pensamiento. Fue aquella la primera vez que cenamos juntos. En este preciso momento,
él se dio cuenta de que las cervezas nos estaban haciendo su efecto. Y oí como
me decía "Me gustas más volando entre mis libros qué parada mientras cenas
pensando en qué vendrá después. Así que dejemos la cena hasta donde ha llegado
y vayamos a caminar teniendo como guía nuestra amiga luna quien, con su cariño
a todos á nosotros, nos dirá cómo acabar la velada.
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