“Es el momento en que, sin querer hablar,
necesito ser oído, utilizando la oscuridad para controlar la luz" escribe
el compañero José Rafael Montilla comentando la foto de Rogelio Liria. El claro oscuro de los contrastes de
la foto ya me estaba indicando, al menos, una intención del autor en la misma: El contraste entre los que se quedan y los que
se van; entre los que, viéndose sin fuerzas, no pueden hacer otra cosa que
mantenerse en pie ante sus tiendas de campaña dando la cara y los que,
corriendo peligro de muerte sus vidas por defender la libertad de elección de
su pueblo han tenido que salir de su
país pidiendo protección en otro; entre las que aún, luchando su pueblo
por la libertad, están obligadas a
casarse porque así lo dicta la noma y las que tienen la posibilidad de elegir
libremente pues han sido conscientes de que las normas están al servicio de las
personas y no al revés.
Es el claro oscuro del mar y el desierto, ambos
defensores de la amplitud de miradas al horizonte que nos pone delante un mundo
sin fronteras. Es el momento que desde la oscuridad se controla la luz y que
nos aparece también reflejado en el contraste entre las dos mujeres de la
fotografía de Rogelio Liria, fotógrafo comprometido con la causa saharaui, y,
aficionado y defensor del mar como espacio simbólico de la libertad, y que hace
poco expuso en Arucas una exposición defensora del mar. Y, además, en el 2012 nos
transmitió a través de sus fotos la manifestación pacífica en los barrios de
Dajla, Villa Cisneros, uno de los territorios ocupados del Sahara,
expresándonos así el contraste de aquellos que hablan de los derechos humanos,
como si fueran miembros de la familia, al tiempo que llenan sus cárceles por
prisioneros políticos. A mi entender, con esta fotografía y otras su autor está
haciendo suya la advertencia del poeta a su pueblo: “Oh, habitantes y ciudadanos del
Sahara, tengan cuidado con los enemigos que os acosan, no os engañéis, el
supuesto amigo os quiere engullir”.
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