jueves, 12 de octubre de 2017

Otoño

El invierno quiso comenzar su tarea y, abrazando al verano, quitar su calor y su luz. Pero llegó alguien que se puso en medio y lo impidió. El otoño, amigo de todos, dador de un coctel de sol y lluvia, momento de las cosechas, espacio para comenzar a madurar, y casi ni nos hemos enterado. Así es. Algo menos de calor, que aprovechan las hojas de los árboles caducos para cambiar de color como si un nuevo ser estuviera a punto de nacer, y lo hace con una serenidad tal que seguimos en la inopia. Las cosas a nuestro alrededor cambian y seguimos con la cabeza bajo el cajón sin darnos cuenta que va mutando el tiempo y la naturaleza, que cambiamos de ropa y de alimentación. Aprovechemos, pues, para limpiar los armarios, quitar lo viejo que nos rodea tanto por fuera como en el interior. Es tiempo de limpieza general. Hagamos las mochilas menos pesadas. Igual hasta demasiadas obligaciones nos hemos echado encima. Que se estimule la creatividad. Otoño: tiempo de cambio. Cambian las cosas y la gente. Cambiamos cada uno y también el que está al lado.


Dejemos que el viento haga su trabajo. Tomamos la antorcha que nos traen los que empezaran antes que nosotros y seguimos repartiendo calor, pero sin quemar a nadie. No cantemos destrucción. Salgamos de la sombra y comencemos a vivir nuestros sueños. Y para que estos rimen con la vida. Y no podemos olvidarnos de la poesía ni de los poetas. Parecen escondidos, pero están ahí en la brisa primera de la aurora, pronto saldrán a cantar y nos daremos cuenta que riman con luces lejanas y pasadas que no se han apagado y comienzan a recibir mayor fuerza para traspasar el amanecer. Todo se traslada y se levanta, todo se mueve y asciende. Hagámonos cambio con el otoño y sigamos creciendo que la vida no se detiene.


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