Hay quienes
dicen que la gente no cambia. Que son los genes con los que venimos y punto.
Eso, entre otras cosas, significaría que ,de tres momentos o situaciones, uno
ya se conoce lo suficiente a sí mismo. Y eso no es así. Cada día podemos, y de
hecho ocurre, conocernos mejor. “Es la primera vez que reacciono de esta
forma”, “no sabía yo fuera capaz de tal cosa”... No somos iguales ahora que
cuando adolescentes. Así, mi amigo
Ramón, desde que se independizó de su familia ha vivido en siete lugares diferentes.
En todos ellos no ha hecho siempre lo mismo. Unas veces vivía solo, otras
acompañado. De repartidor de cartones de bingo a vendedor de cerrojos de
puertas metálicas. Y si, en medio de las dos, le salía algo mejor, lo aceptaba.
Se entusiasmó en una de sus primeras relaciones y creyó que estaba enamorado
cuando de repente otra persona surgió en medio y, sin haberlo programado, deja
a la anterior. Sus relaciones con amigos, vecinos y gente en general han sido
buenas. Si con alguno ve que no encaja o puede tener problemas no se enfrenta
sino pasa de la historia. Cuando ve que otros tienen intereses comunes se une a
ellos para conseguirlos. Le gusta la algarabía y siente también el silencio.
Algo que le encanta es leer. Como mínimo, una novela por semana. Durante dos
años convivió en una casa alquilada con dos compañeros, haciéndose más amigo de
uno que de otro. En ningún curso suspendió una asignatura. Su nota media era
media buena.
Pero decidió no estudiar ninguna profesión. Daba los buenos días o
tardes a quien se encontraba por cualquier calle del barrio donde vivía. No le
importaba ayudar a un borracho que se estaba cayendo. Ni dejaba de reírse
cuando le contaban obscenidades. Algunas de ellas la buscaba por placer y
siempre se preguntó por qué podía ir contra la moral algo que produce placer y
no causa daño a un tercero. Hoy, pasados los años que acabó los estudios
básicos, hace uno que comenzó a estudiar Bachillerato, pues solo así, y no como
pensaba antes, se ha convencido que puede progresar profesionalmente, aunque de
barrendero fuese.
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