De tarde en tarde, quedo a comer con los viejos compañeros de facultad. Es
uno de los pocos ejercicios que concedo a la nostalgia. Entre plato y plato se
repiten cada vez las viejas anécdotas, con los mismos efectos que si fueran
nuevas. Buena señal; son las guindas necesarias que refuerzan los lazos, las
mismas que nos identifican como un grupo que “fue” y que aún mantiene bastante
estables nexos entre nosotros.
A los postres, como ocurre siempre en un grupo numeroso, se van formando
pequeños grupos que sirven para ponerse al día de los detalles cotidianos. Y
así te enteras del hijo de fulanita que se casa, del que ha cambiado de trabajo
o piensa ya en jubilarse, del que superó un problema cardiaco o ha terminado
-¡por fin!- de pagar la hipoteca.
En esta ocasión compartí café con aquel compañero que me presento,
precisamente, a quien hoy es mi mujer. Le pregunté por su hermano, que
estudiaba la misma carrera, pero dos cursos atrás. Eran inseparables y
físicamente muy parecidos. Solía venir a muchas d estas comidas -de
“excombatientes”, como solíamos llamarlas-, pero de un tiempo a esta parte, le
habíamos perdido la pista.
Me puse triste cuando me contó que habían dejado de hablarse. Al parecer,
un tema de herencias les había distanciado, quizás para siempre. La vieja casa
del pueblo propiedad de sus padres, la misma en la que habías jugado juntos
tantos años, la misma que durante tanto tiempo fue el hogar de ambos, ha sido
también la que los ha separado.
No he querido conocer los detalles. No me va el morbo de saber quién tenía
más razones y él ha tenido la elegancia de no explayarse demasiado.
Yo también me reúno con viejos compañeros y amigos Perverso, y como dices, se refuerzan lazos.
ResponderEliminarComo me gusta cada vez que nos juntamos todos/as en el txoko (local preparado para reunirse amigos) yo me lo paso pipa ver esa manada de viejos/as desdentados y con mil achaques contar sus anécdotas ja, ja, ja, que le vamos hacer, tendré que aguantarlos son tan mayores ja, ja, ja...
Un abrazo y buen fin de semana.
¿Cómo decía el anuncio? "No pesan los años... pesan los kilos.
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