Desde siempre han existido
las clases de saber hablar (literatura, oratoria etc.) así como también clases
de escritura. Lo que no suele prodigarse son las clases de saber escuchar. Y ya
lo decíanlos clásicos; "Así como hay un arte de saber hablar existe
también un arte de bien escuchar” (Epicteto), pero parece que quedó en el
olvido
Y es que “escuchar” lleva
consigo un campo más amplio. No solo escuchamos a los demás y los libros -que
es otra manera de escuchar-, sino también nos escuchamos a nosotros mismos y a
todo nuestro entorno: al León que ruge, al viento que acaricia nuestros
rostros, y a las hierbecillas del campo que levemente se quejan cuando las
pisamos, y que muy bien lo ha expresado el poeta desde antiguo cuándo decía : " Mil gracias derramando
paso por estos sotos con presura, y yéndolos mirando, con sola su figura prendados los dejó de su hermosura"; y Luther King nos decía: "Tu verdad
aumentará en la medida que sepas escuchar la verdad de los otros".
Si analizamos bien las cosas
poco por nada cabe esperar de quiénes no saben o no quieren escuchar, con sus
mentes cerradas que viven como zombies convertidos en estatuas de sal.
Hablar y escuchar. Escuchar y
hablar. La buena comunicación es imposible. Digamos más: "sin estos dos
verbos, el diálogo real muere de infarto".