Primer día
Llevo una temporada que en
cuanto pongo un pie en la tierra siento una energía limpia lenta tierna y
grande. Mientras escribo y comparto mis sonrisas amplías, cubre casi toda la
cara. Seguro que es el vaticinio de un buen día.
Segundo día
Ya eran las 12 y casi no la
esperaba. Pero llegó la llamada. Nos reímos. Espera en casa y nos vamos a la
cama. Sí el viento no consigue soplar fuerte, por lo menos que sea un día de
sol.
Tercer día
Mi madre me dejó un buen
consejo que siempre recuerdo: “Con los brazos abiertos, con los dedos bien
separados así es como tienes que ir por la vida”. Con el tiempo me di cuenta.
El tiempo en mis brazos y mis manos y que el viento corre entre mis dedos. ¡Qué
el agua empape mis manos y me mantenga siempre limpio! Los brazos abiertos para
saber dar y recibir abrazos.
Cuarto día
Cada vez entiendo menos lo de
la Democracia. Hay quien es a favor de ella invocan al ejército y sus armas cuando
yo creía que la democracia no disparaba balas ni siquiera por y para aquellos
que pedimos más democracia. Hay otros que dicen que los de otras razas no deben
mezclarse con la nuestra, cuando yo creía que solo había una raza.
Quinto día
Cuando la conocí me gustó.
Pero si soy sincero, lo que más me gusta de ella es su casa. En medio de un
bosque. Ver el rayo de sol que entra por la ventana cortando la oscuridad de la
habitación. Y más tarde vuelve a entrar y enrosca el humo de un cigarro
abandonado en el cenicero.
Sexto día
Paso unos días secos de
contenidos pero llenas de humedad. Hace días que mi cara se llena con
frecuencia de lágrimas. Mi sorpresa hoy es cuando un amigo me pregunta: ¿Cómo
es que hoy estás tan callado?
- ¡Ay pena! ¿Quién soy yo sin
ti? Ya no sé ni llorar
Séptimo día
“En la variedad está el
gusto” he escuchado decir siempre. Por eso no entiendo a esa gente de mente
gris que tiene miedo a la diversidad. Buscan los pretextos más variopintos,
pero no te dejes engañar. Es miedo, puro miedo.
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