Cuando tú llegaste a
despertar a este corazón yo estaba solo. Y después de tristes experiencias
anteriores, mi idea era continuar en la soledad. Pero llegaste tú y
desbaratarse mis planes, pues desde que te conocí, no he podido quitarte de mi
pensamiento.
Miedo y esperanza,
sentimiento de amargura y deseo de no perderte se juntaron en mí. Y es que han
pasado pocos días y ya vives en mi sueños.
Estoy empezando a creer que
te necesito. Ya imagino el amanecer juntos de cada día, tocando tu piel.
Despertarnos juntos cada mañana y asomarnos a la ventana para ver los dos la
salida del sol.
Y me pregunto: ¿pero qué me has dado, hermosa mujer, que ya
no puedo estar sin ti y que pienso en ti en cada momento del día?
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