Ya no me dirá lo que al final
de cada mes: “Me duele todo de esperarla, pero ella no llega”. La había buscado
en las salas de fiesta y bares, en las terrazas y tiendas de moda, en las
calles concurridas y los estrenos del viernes”. Y fue junto al mar donde se
encontraron. Contentos por aquel súbito enamoramiento y esperando el principio
de algo bueno para nuestro amigo, aceleramos el coche para llegar antes de la
salida del avión. Allí es donde nos dirigíamos con nuestro amigo Pedro cuando a
la mitad de la Avda. Marítima nos encontramos con aquella chica tan bien
compuesta y de buen tipo que caminaba sola por la avenida. Ni ella quedará sola
ni Pedro tendrá que seguir esperando. Este amanecer les ha traído una nueva
señal.
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