Los políticos aprueban los
programas que ellos mismos hacen. Dos de ellos o un grupo de cinco los elaboran
en una comisión. Los demás, a la espera de su elaboración, prueban la nueva
confección de café en la sala de relax del parlamento. Pero solo los de su
bando. Porque el espacio dedicado a buscar los caminos del bien común está
dividido en bandos.
Me gusta más la dinámica de
los poemas. En ellos no hay bandos. No hay posiciones rojas ni blancas. No hay
más que una causa: el ser humano, la persona, los hombres y mujeres. Y donde
hay bandos surgen las guerras. Unas cuantas está moviéndose de nuevo y como
siempre habrá vencedores y vencidos. Y, como dice el poeta, “entre los vencidos
el pueblo llano pasaba hambre. Y entre los vencedores el pueblo llano la pasaba
también”.
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