Los catalanes… tacaños.
Los madrileños… chulos.
Los aragoneses… cabezotas.
Los gallegos… no se sabe si van o vienen.
Los andaluces… unos vagos.
Los canarios… aplatanados.
Los murcianos… gente de poco fiar.
Los vascos… muy suyos.
Los castellanos… secos.
Los…
Tópicos y prejuicios. Clichés de difícil derribo. Generación
tras generación los venimos escuchando.
Pero cuando pensábamos que esa cadena de tópicos era
patrimonio exclusivamente nacional, escuchamos estupefactos que un señor de
nombre de difícil pronunciación - Jeroen Dijsselbloem- nos lanza
desde Europa adjetivos semejantes.
Este “caballero”, de nacionalidad holandesa,
presidente del Eurogrupo, de filiación socialdemócrata, se descuelga diciendo estos
días que “en los países del sur las ayudas comunitarias se las gastan en copas y mujeres”. En
ese saco nos mete a españoles, portugueses, italianos, griegos y posiblemente a
algunos más.
A parte de machista recalcitrante y de negarse a
echar marcha atrás en sus afirmaciones, este tal Jeroen Dijsselbloem repite,
impenitente, los tópicos y prejuicios consolidados desde hace años ya en la
mentalidad de cierta Europa.
Dicen que cada tópico esconde “algo” de verdad.
Es posible, no vamos a negar la parte de culpa propia que en cada uno haya pero,
con su reiteración, parece olvidarse que en esta crisis -que aun atravesamos- no
tienen responsabilidad la desregulación de los mercados financieros, la
globalización, la ausencia de una verdadera vertebración del viejo continente
(que solo ha tenido ojos para los movimientos de capital y poco más).
En el fondo, reaparecen los peores rasgos de la arcaica
mentalidad calvinista, según la cual “la culpa de la pobreza la tienen exclusivamente
los pobres". Con tal superioridad moral nos ha dado a conocer este político su verdadera
manera de pensar llena de tópicos y prejuicios.
Así están las cosas por Europa…
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