Soñé que mañana será un día claro donde el sol brillará por
igual a toda la gente.
Soñé que la ciudad se llenaba de poetas que nos revelaban
muchas cosas que seguimos viendo como misterio.
Soñé que, en todos los pueblos, gente de todas las razas
hacían colmenas con madera; muchas, muchas colmenas y que de todas ellas
brotaba una dulce miel que pacificaba los ánimos de unos pueblos con otros.
Y por último soñé que las manos de
unos amigos me tocaban para despertarme y escuché como alguien decía: Era lo
que esperaba de esta final. Que sería cosa no solo de la oficialidad, que ha
desplegado sus velas al máximo, sino también de cientos de voces que bien claro
me decían: “Vamos, hermano, a levantarse toca. Aquí estamos, para que se pasen
o no, sepas que no estás solo para hacer realidad tus sueños, pues aquí estamos
también porque te necesitamos, unos para comenzar, y otros, para seguir
sembrando alegría por doquier.
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