Muchos la veían atractiva.
Cuando iba por la calle los gestos y comentarios de muchos (incluso algunos de
ellos un tanto obscenos) la deleitaban. A nadie, claro está, le amarga un
dulce. Pero ella, pasado el momento, en el fondo, se sentía molesta. Amante de
las letras, feminista, con la mente amueblada, crítica ante los problemas
sociales y nadie la paraba por la calle para una valoración de sus actividades
ni para interesarse como participar. En el fondo, éste era su problema: pensar.
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