miércoles, 24 de enero de 2018

Alberti

“Si supiera que el mundo se ha de acabar mañana, yo aún hoy plantaría un árbol. Basta una gota de agua, una simple gota de agua para albergar esperanzas de vida. La naturaleza es un espectáculo que se desarrolla ante el hombre (M. Luther King, José María Montero Sandoval y Aristóteles)”.

Muchos poetas en la historia de nuestra vida (nuestro Rafael Alberti, uno de los que lo ha hecho con más intensidad), han unido ambas realidades en una sola, tal como lo deja reflejado en su famoso “Marinerito en tierra”, escrito no en Puerto de Santa María, junto al mar, donde nació, sino en la sierra de Guadarrama desde la cual el mar parece una criatura de otro planeta, y a donde el poeta vino a vivir una larga una temporada por motivos de salud.

Por ello canta “galopa, caballo, jinete del pueblo, ¡a galopar hasta enterrarlos en el mar, “galopa, caballo, que la tierra es tuya, galopa hasta enterrarlos en el mar. Cúbreme, amor, el cielo de la boca con esa arrebatada espuma extrema, que es jazmín del que sabe y del que quema, brotado en punta de coral de roca. Su dedo, blanco velero, desde las islas Canarias iba a morir al mar Negro. ¡Cómo la miraba yo morir, desde mi balcón!”.


Tierra y mar. Mar y tierra. Ambos artífices de la naturaleza. Triste es pensar que la naturaleza nos habla mientras los seres humanos no la escuchamos.


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