Hoy me he levantado con ganas
de cantar. Así que he ido al ropero y he sacado unos pantalones y camisa para
estrenar en este día. Pienso que ello no solo me dejará contento a mí durante
el día, sino que alegrará también a mi gente y amigos. Procuro que mi camisa,
mi pantalón y mis calcetines sean de color diferente. Y las pocas veces que me
pongo corbata me gusta haga juego con los calzoncillos. “¿Y para qué, si eso no
lo ven los demás?“. Como si los otros quisieran marcar el ritmo de mi vida. Soy
yo quien debo marcar no solo el ritmo sino también la rima. Los colores de mi
ropa son, pues, los que han nacido y crecen en mi corazón y no en la lengua o
los ojos de los que me rodean.
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