Algo que nos
hemos cansado de escuchar y decir estos días, algo que no ha faltado en una
llamada telefónica, en un whatsapp, en una cena familiar o en una cadena de
amigos: “Feliz Año Nuevo”.
Sí, algo de
rutina tiene el tema. Pero cuando se lo manifestamos a amigos y familiares no
es solo rutina, son también deseos sinceros. Sinceros con los demás y sinceros
con nosotros mismos.
Pero la clave es
como alcanzar esa felicidad. No es sencillo ¿verdad? No debe serlo cuando, año
tras año, el deseo se repite. Incluso, por no haber, no hay una única respuesta
y, seguramente, las nuestras no irían en la línea de los medios sociales. La Cultura
del consumo nos ha saturado hasta los topes y aunque nos prometemos a nosotros
mismos no comprar más allá de lo razonable, siempre adquirimos cosas que no
necesitamos. El dios de los mercados nos ha convertido en sus adoradores.
“He hecho un
compromiso: de trabajar hasta que muera para dar a conocer que la fuente de la
felicidad se encuentra dentro de nosotros”, decía el Dalai Lama. No le falta
razón. Al fin y al cabo, dentro de cada cual residen la capacidad de amar, de
contagiar paz, de vivir con sencillez.
Pero da igual si
la vía emprendida lo es mediante la Filosofía o la Religión. Da igual. En
cualquier caso el resultado no es “dicho y hecho”. Es una vía –“un proceso”, si
prefieres utilizar un término muy de moda últimamente-.
Nada se regala
en esta vida. La felicidad o la paz de espíritu tampoco, aunque en esta ocasión
la moneda de pago no es precisamente la utilizada en esos mercados saturados de
egoísmo. Es el precio del pensar, del reflexionar, del buscar espacios de
soledad, etc., con un poco, o para ser más exactos, con un “mucho” más de
frecuencia. Un precio que, además, está al alcance, por suerte, de los que menos
tienen o de los que se consideran o consideramos menos afortunados. Aquí
reside, precisamente, la grandeza del secreto. Encontrarnos con nosotros.
Mirarnos al espejo.
¡Feliz 2018! A tiempo
estamos aun de disfrutar –quien quiera y pueda-
con esas sensaciones que nos asaltan tan bulliciosamente por estas
fechas, pero no cerremos la puerta de explorar esos otros caminos más
personales –y quizás solitarios- que nos acercan al equilibrio, a la
introspección, al crecimiento interior que, con total certeza, te van a ofrecer
el silencio y la reflexión.
Feliz Año Nuevo Txema...
ResponderEliminar