¡La tierra se desgarra, el cielo truena,
tú sonríes con plomo en las entrañas!
No
dejan de venir. No paran. Les han dicho que aquí no solo está la cosa difícil,
sino que los echarán, pero ellos siguen subiendo a la barca. ¿Qué tiene que ver
esto con la guerra? Huyen de ser muertos por contiendas bélicas o porque se han
quedado sin nada ya que los “países buenos” les han quitado lo que tenían.
De
ellos hablan casi todos, pero con miedo. Si no son familiares nuestros ¿qué nos
va y viene esos conflictos? ¿No es lógico que Ali, viendo el panorama de su
pueblo, tenga que salir de allá en busca de pan y techo? ¿Quién tiene la culpa?
Los gobiernos que se dicen buenos, libres, del pueblo, se lavan las manos alegando
que no es su problema. Para el dinero existe la aldea global y para las
personas que sufren aldeas destrozadas. Los gobiernos buenos, los que no tienen
problemas aparentes de este tipo, los que defienden la democracia, les importa
un pepino. Se los reparten entre ellos jugando a las cartas. A unos les toca
567, a otros 345. Pero después ni llegan a los 53 unos ni a los 22 el otro.
Trece
conflictos empañan hoy el mundo entero: Ucrania y Gaza, seguidas de cerca por Irak, son las más
conocidas, pero de Nigeria, República Centroafricana, Congo, Sudán del Sur ni
se habla. Y si unimos guerras por el narcotráfico sumemos Colombia o México. Ni
nos afectan estas situaciones que la mayoría de la gente desconocemos que
existen, ni son de interés de los medios de comunicación. Nos dirán algo si
muere un español o tres americanos. Pero ¿a quien le va a extrañar que maten a
un ucraniano? ¿y los países africanos de qué preocuparnos, si siempre han hecho
lo mismo, pelearse unos con otros? ¿No lo vemos en las películas? Sí, los vemos
en el cine, pero no nos dicen que son los ricos los que han invadido su territorio
para repartirse sus riquezas.
Para protegerlos de estas situaciones, la gente buena -que
somos nosotros- estableció el derecho de asilo. Pero en algunos sitios, como en
España lo han asesinado. No se le concede asilo político a ningún hijo de vecino.
Es también una guerra que no destruye edificios, pero margina y deja en la
debilidad más extrema a los más pequeñuelos.
Siempre se ha dicho que el que más tiene más quiere. En este
caso a los buenos nos interesan los demás si tienen. A un futbolista de color
negro no solo no lo rechazan, sino que ni siquiera le llaman inmigrante. Es un
ciudadano. Si el que llega no tiene dinero, lo rebotamos.
Es la guerra. Las guerras, que se hacen sin balas ni
pistolas. Lo dicho hemos sustituido el AF por la GF, el amor fraternal por la
guerra fratricida).
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