Cuando comenzó
todo el lío catalán todos pensamos que ahí solo había frutos de su cosecha.
Nada nos hizo pensar que una costumbre nueva se estaba introduciendo en
nuestros pueblos: cambiar la democracia por populismo. Y cuya madre, la que la
parió, no es otra sino la tan conocida crisis. Eso sí: no se manifiesta de
igual manera en Polonia que en EE.UU. ni tampoco en Italia y en el Reino Unido.
Si bien conocer estas situaciones nos darán más luz para situar nuestros
propios problemas o más bien los de aquellos más cercanos.
Han corrido
demasiado de prisa y en esa carrera han sufrido, como es lógico en un fenómeno
natural de este alcance el vértigo que les ha hecho correr.
Vértigo que ha
tirado barranco abajo lo que lleva consigo la democracia, reduciéndola al voto,
y el corte de mangas que han querido darle a cualquier mediación independiente
como es la justicia, provocando el desprecio de la razón y él uso masivo de la
mentira. Cómo sí en un almirez hubieran amasado la historia con la mentira
produciendo el aburrimiento y la soberbia e intentando que el resto de la
nación de dónde hasta ahora habían comido y bebido se derrumbase a sus pies
como si ellos fueran dioses y nosotros simples mortales.
Pero el paso del
tiempo da y quita razones, desnuda falsos argumentos, revela contradicciones y
va poniendo, poco a poco a cada uno en su sitio.
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