miércoles, 26 de diciembre de 2018

Mar


Le gustaba caminar a las orilla del mar. Decía que era su mejor amigo. Intentaba vestir como el mar, y descalza como él, arañaba la arena con sus pies mojados. Su semblante reflejaba contento. Salía del mar igual que como entraba: sonriendo. Aquel día al pisar tierra de encontró con Salvador. Ambos manifestaban su alegría al verse. Y así ella le contó el viejo secreto que buscaba siempre, y es que muchas veces al salir del agua, sentía cómo se transformaba: ∫Una vez fui el reloj de la Gran Vía donde todos se paraban para mirarle. Y hace un momento fui una flor amarilla para hacer experimentar a quien me contemplase que donde florecen las flores hay esperanza.



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