Como ocurre
todos los años, la Navidad ya está a las puertas. Pueden ser unas fechas
estupendas entre otras cosas para charlar con aquellos cercanos y que, sin
embargo, pudieran estar lejanos.
Para mí es
también la ocasión de comentar contigo, que me lees de vez en cuándo, que de
año en año percibo las cosas de modo diferente incluyendo la Navidad.
Mucho más
diferente si me remonto y la comparo con lo vivido en mi infancia (la cena
especial de Nochebuena, los turrones y los Reyes Magos). Si miro la Navidad de
hoy lo que alcanzo a ver es bullicio, luces mucho comer y regalos que parece
como si a Jesús de le hubiese recubierto con un disfraz de Papá Noel.
Cuando era
pequeño yo entendí que Jesús había nacido para salvarnos del mal. Ahora que soy
mayor entiendo que su venida es para quedarnos a trabajar por la libertad, la igualdad
y la fraternidad de todos los pueblos y de cada una de las personas que lo
formamos. Por eso la Navidad para mí no empieza y acaba el 24 sino que llena el
espacio de todos los días del año.
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