No estaba segura si eludir o
ir tras su destino. Pero antes que nada necesitaba conocerlo.
Ventiló su habitación para
que el viento entrara sin dificultad y aireara el ambiente. Ambos nos
apreciamos y nos tenemos en gran estima. Y ambos también sabemos que o no nos
amamos o no sabemos cómo amarnos.
Asomado a la ventana de mi
cuarto observo sus entradas y salidas.
Su nombre no está en la voz
del viento ni viene escrito en el vuelo de las aves. No te queda otra que
construir tu camino y el mismo (tu experiencia y vivencia) te dirá donde
asentar tu casa.
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