Mi abuelo lo tenía como
encargado en las fincas. Ya jubilado, vino hace poco por casa a compartir las
uvas que había comenzado a cosechar en un pequeño terreno. Sentado en la mesa
familiar nos ha contado cosas de nuestra infancia que apenas recordábamos. Y
con qué detalles contaba los caminos que con nosotros recorrió y las travesuras
que le hicimos. Lo que recordaba más vivo era nuestros escondites bajo la
higuera que estaba entre dos terrenos a diferentes niveles, y como nos pilló
más de una vez haciendo cigarros con la telilla de las piñas de millo y su
pajilla, y nos lo fumábamos. O las otras que nos pilló viendo revistas de
desnudos y haciendo nuestros comentarios. Recordando viejas historias pasamos
un rato más que entretenidos. Y a veces, sus recuerdos eran aún más vivos que
los nuestros.
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