…y no
debería serlo. Mejor dicho, debería no ser necesario celebrarlo, o al menos celebrarlo
como un mal recuerdo, un vestigio del pasado. Pero no.
Hoy, 8
de marzo, están convocadas a la huelga las mujeres de nuestro país. Y motivos
tienen. Podríamos hacer aquí una lista de agravios y motivos larga -muy larga-, y recordar las circunstancias en las que viven nuestras compañeras de viaje,
aquí y en todo el mundo. Pero sería redundante, porque no hay más ciego que el que
no quiera ver ni más sordo que el que no quiera oír.
Hoy es
un día especial, un día de reflexión -que debería extenderse a cada día del
año; un día que no debería quedarse en eso: en solo un día. Porque ése es el
riesgo, que se quede en una mera fecha, engullida después por el calendario,
diluida entre otros 364 días especiales.
La
Humanidad ha sido tan ciega a lo largo de su historia que ha desaprovechado la
mitad de su potencial, la mitad de su energía vital, la mitad de su
inteligencia, la mitad de su sensibilidad, renunciando a dar el papel al que
tienen derecho las mujeres. Ni siquiera se ha valorado como toca lo que sí han
aportado (voluntariamente o a la fuerza) desde que el mundo es mundo.
Hoy, 8
de marzo, es un día especial. Y no debería serlo.
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