domingo, 18 de marzo de 2018

Anónimos imprescindibles


No llamaba la atención en cualquier coloquio, aventura o acción que se presentase a competir. Sin embargo, casi todos cuando tenían alguna dificultad o atisbo de problema con alguien iban a el a comentárselo, inspiraba confianza. Él había caído así de bien ante sus nuevos compañeros pues recientemente se había trasladado de domicilio y consiguientemente de instituto.

Sin darnos cuenta, él era uno de esos tipos que, no sé si por arte de birlibiloque, sabían sacar de nuestra esencia lo mejor de nuestras vidas. Se había empeñado en esta idea central que procuraba trasmitir a sus compañeros. Hay que disfrutar de las pequeñas cosas que cada día te ofrece  la vida -un hola, un beso, un abrazo o, simplemente, mirar en silencio a la persona que tienes a tu lado que te cuida y nunca pide nada. Ello no conlleva, decía, que “te valga todo lo que pase a tu alrededor”.

Si dejamos que las cosas sigan su curso sólo porque así está "destinado" a ser, es negarnos el derecho natural que tenemos a crear nuestras propias reglas y mejorar nuestra vida. Se trata de, con nuestra edad, saber también pasar de toda persona nociva o relaciones destructivas.



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