Lo
comentaba no hace mucho con un viejo amigo:
- ¿Tú no
tienes sensación de que se está cerrando un ciclo? -mi amigo se quedó pensativo
y añadí- No en nuestro país. Me refiero a un cambio general, al cierre de una época
y el principio de otra.
Y nos
enzarzamos en una de esas conversaciones, llenas de matices, de idas y vueltas,
sin la obligación de llegar a una respuesta concreta. Hay tardes que nos gusta
filosofar; es lo bueno que tiene el contar con alguien de confianza con quien
reflexionar.
Pero esa
sensación de cambio de era, de época, de cierre de ciclo -como le quieras
llamar- me persigue últimamente. Alguien podría responder que siempre ha sido
así, nada es inmutable y la vida es constante movimiento. Y tendría razón, pero
esa sensación sigue ahí, haciéndose hueco en mi cabeza cada vez con mayor
insistencia.
Si
creyera en “mancias” y en esoterismos mi amigo y yo hubiéramos acabado hablando de la
llegada de la Era de Acuario, que promete -según parece- una época de paz y de
progreso para la Humanidad. Me gustaría creer en esas cosas, lo confieso, pero
no tengo la sensación de que los tiempos que se avecinan sean mejores que los
que hemos ido atravesando. No me parece que los cambios políticos y económicos
aventuren días de vino y miel. Resurgen los nacionalismos, vuelve a crecer la
distancia entre el primer y el tercer mundo, etc., etc..
Pero igual son solo
cosas mías.
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