Estamos de
enhorabuena. Ha llovido. La tierra parecía que iba a escaparse, el mar andaba
con la boca cerrada. La lluvia ha venido como un regalo para ambos.
En las ventanas
comienzan a verse dibujos en los cristales y parece como si aquel dolor que
tenías ahora te escociera menos. “Quien la oye caer ha recobrado el tiempo en
que la suerte venturosa le reveló una flor llamada rosa y el curioso color del
colorado”, diría Jorge Luis Borges.
Mirando el cielo
nublado estos días casi todos hemos sonreído. Ha llegado la lluvia. Que no
llegue la tormenta. Que el campo necesitaba mojarse y no agua enfurecida que se
lleve nuestra tierra al barranco. Y, como todo va en cadena, benditos los
barrancos que limpian y se llevan toda la basura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario