Se acerca la noche y, viendo
las luciérnagas que brillan con luz serena, entro en casa y observo como sus
rayos iluminan el paseo de la mariposa por las ramas de la planta que tu me
habías regalado.
Y no valorando su belleza,
sino la suya propia, la mariposa discute y se enoja con la luciérnaga. Ésta,
sin complejo alguno, invita a la mariposa a dar un paseo por sus campos,
habiendo quedado en hora y sitio determinado. Cuando ya la mariposa está a
punto de tirar la toalla una estrella, rápida y veloz, se posa a los pies de la
mariposa.
Y su belleza la deslumbra de
tal manera que la mariposa, sintiéndose alagada porque todos la consideraban
hermosa, hoy, baja la cabeza ante la luciérnaga y pidiéndole perdón por su
vanidad se reafirma en el principio
fundamental de la naturaleza: todos los
seres vivos, siendo diferentes, somos iguales.
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