Buscándote pasé grandes momentos
conmigo mismo. Te veía pasar ante mis ojos. Pero solo me llegaban la mitad de
los tuyos, la mitad de tus brazos o tus piernas. Y si en casi todo nos basta
con la mitad no pasaba eso con los sentimientos. Cuando abrazo lo hago entregándome del todo a ti. Sí,
también yo soy tu otra mitad pero en la convicción de que somos uno. Soy yo el
que corre a tu lado y soy yo también el que cuando sufre me entrego a ti en un
abrazo para aliviar tu dolor. Que quede claro, pues: soy tu otra naranja, y
para nada un forastero pegajoso.
Buenísimo!!!
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