martes, 24 de abril de 2018

El casting


Al leer el anuncio convocando a un casting cinematográfico, Natalia se vio de inmediato prácticamente retratada. Tal que, sin arreglos especiales y sin vestido llamativo de estreno, se presentó al día siguiente en las oficinas de la productora. Un día de viento fuerte hacia que algunos de sus mechones castaños escaparan de su moño, lo cual llamó desde el principio la atención Zabala que hacía a de recepcionista en la entrada. Había llegado demasiado pronto. Con una hora de antelación a lo previsto. La invitaron, pues, a sentarse en un sofá de una de las salitas que rodeaban el salón central. Estaban separadas con cascos de madera y una celdita para cada una de las participantes. Un sillón para la invitada y una silla para el examinador.
Natalia, nerviosa, encendió un cigarro para tranquilizarse. Sus carnosos labios  dejaron una marca de carmín en el filtro. Inspiró a fondo haciendo sobresalir sus pesados pechos. Era una mujer hermosa, alta y fuerte, de largas manos  cuidadas con perfecta manicura.
De repente, oyó un ruido extraño y asomándose a la ventanilla del cubículo donde la tenían esperando la llegada del resto de chicas vio cómo Zabala, ayudado por otro más corpulento que él cerraba las puertas de entrada de aquel gran local. Miró su reloj y vio que aún faltaba unos treinta minutos para la hora oficial den entrada que le habían asignado. Se extrañó y empezó a pensar qué cosa mala que pudiera sucederle.
Zabala y su compañero entraron en aquel aposento manual y mientras el compañero con los brazos cruzados y de pie cerraba cualquier posible salida de la joven corriendo por aquella puerta. El hombre giraba alrededor suyo, haciendo círculos cada vez más cercanos a mi ella, mientras preguntaba, con voz de peliculero misterioso cosas como estas, sin darle tiempo a responder: ¿Es el primer casting al que te presentas? Me gustan tus piernas altas  y cuidadas, ¿te pones alguna crema especial? ¿qué papel te gustaría tener en esta película: el de ama de casa, hija más joven, chica de limpieza que coquetea con el dueño cuando su esposa no está?..., y ya en esa pregunta rozó sus dedos con el cuello pasándolos despacito por sus orejas y labios, al tiempo que su compañero apagaba la luz y encendía una linterna con suave reflejo que dirigió hacia ambos.

– No hay nadie aquí más que nosotros. Sé buena chica. Tal vez esto te sirva de ensayo para un casting de verdad que puedas tener ocasión de ser convocada.
- ¿Un casting de verdad? ¿Pero esto qué es? ¿Por qué está cerrada la puerta? ¿No vienen más chicas?
– No. Esto  no es un casting. Es solo un ensayo de como dos personas que no se conocen pueden ser felices y pasarlo bien aunque sea una hora
-Déjenme ir al baño primero, por favor, acordándose de que había visto una puerta lateral-.

Seguida por el vigilante que se pegaba a Natalia, la dejaron acercarse a los servicios, ella con la intención de saltar por la ventana. Sintió tan cerca la proximidad de su vigilante -un individuo repugnante, de los que rebozan en grasa, atiborrado de un pelo desordenado, oliendo a sudor y a alcohol- que, entrándole ganas de vomitar se volvió para atrás y en un santiamén hacerlo sobre la cara de aquel individuo, circunstancia que aprovechó para correr. Tenía fe en sí misma y que no la pillarían pues practicaba a diaria atletismo- en dirección a la comisaría de policía a poner la denuncia correspondiente. Pero cuando la policía se presentó solo encontró unas oficinas vacías con el cartel de se alquila en su puerta principal.



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