Busquemos en el diccionario
la palabra “creatividad” -comenzó así el profesor la clase-.
-“Capacidad para inventar o
crear" -respondió raudo Luis-.
- Ese diccionario está
equivocado, porque el único que creó el mundo es Dios, y nosotros, los niños,
no somos creadores” -comentó Fernando-.
Todos en silencio observan al
maestro que, mirando fijamente para ellos, les dice palabra por palabra:
-“Yo no diría que el
diccionario está equivocado. Más bien que está incompleto”.
-Claro -dice Fernando-,
tendría que haber dicho “capacidad para inventar y crear cosa que solo tiene
Dios”.
– No -responde con crudeza el
maestro-. Debería haber añadido: “capacidad extendida a toda persona que se
esfuerce en hacer cosas nuevas y mundo nuevo”. -Y siguió- ¿Esos dibujos que
están en la pared llegaron ahí por arte de magia? ¿Aparecieron ahí por la
mañana después que viniera un fantasma?
- Nooooo, contestaron a una
los alumnos. Los pintamos nosotros.
-¿ Y de qué libro se copiaron?
-De ninguno, lo inventamos
nosotros dando ideas cada uno.
Y les dijo el profe
-Pues eso es ser creador. Han
hecho ustedes una cosa que antes no existía. Cada vez que hacemos algo
diferente a lo que hay, distinto, algo nuevo y bueno, una acción más con otros
que aquel necesitaba y no existía, hemos sido creadores. Y estamos practicando
la creatividad.
Fue entonces cuando Luis
propuso
- Pues llamemos a nuestro
equipo de baloncesto, Creatividad B Club, porque cada vez que juguemos
ganaremos nuevamente.
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