Cada cosa a su tiempo

Hace tiempo que por mi cabeza circulan viejos recuerdos. Y en el fondo me inquietan. Todo no está hecho en mi vida. Sí, me esperan cambios. Y tengo algo de miedo a que los recuerdos me dominen. Tengo claro que solo he de quedarme con lo positivo. Por ejemplo, estos días, hablando con unos amigos de mi edad y, como ellos me contaban que estaban viviendo en la modernidad hemos hablado también sobre cuánto ha avanzado la tecnología que nos permite hacer en minutos lo que antes hacíamos en diez. Bastaba mirar al centro del parque y ver los niños jugando hoy y a qué jugábamos en nuestra infancia.

Sin embargo esos logros han olvidado la transformación psicológica no solo individual sino también colectiva. Tengo la sensación de que no nos equivocamos sí decimos que en este aspecto no se avanza sino que más bien se retrocede acelerada y peligrosamente.

Hace poco, hablando con una persona de mi edad, me di cuenta de que, con toda su buena intención, sus nietos le habían llenado la cabeza de los usos y costumbres del PC, de los bailes modernos  y de las películas 3D. Y uno de ellos qué estudia administración de empresas le llenó la mente con la conveniencia de que metiera su dinero en fondos de inversión o en la rentabilización de sus propiedades; ¿pero una persona de más de 60 a 65 años para que lo quiere ahorrar desesperadamente y por encima de todo? ¿Para qué necesita aumentar el dinero que ya  tiene en los  bancos? ¿No es mejor que lo use para ella misma? No parece una edad de inversiones sino un momento para vivir en paz y tranquilidad. Es responsabilidad de ellos buscarse la vida y para una cosa que le podrá servir la tecnología moderna es para saber a su edad y con sus condiciones físicas la gimnasia moderada, qué debe hacer y los alimentos que debe tomar. En la vida todo pasa, sean los buenos y malos momentos. Acuérdese de aquellos y olvídese de estas último. Sí, es bueno que lea, que use Internet, que se mantenga actualizada pero recuerde que su tiempo no es ayer si no es hoy.