Ellos saben que
en esta ciudad se les tiene mucho cariño. Cuando bajan del barco que les trae,
los aplausos, gritos y vítores se mezclan con los nervios que, sobre todo los
niños, manifiestan. Nervios que se pone más en evidencia cuando los visitantes recorren
en pasillo el espacio que separa el mar de la playa, tras la que miles de
chiquitines aguantan junto a sus papás. Sus brazos se extienden para dar la
mano a los tres hombres que caminan junto a su séquito de pajes. Uno de los
niños, el pequeño Samuel, de cuatro años, le regala una chupa a uno de los
visitantes el cual riéndose se la pone en la boca. Son innumerables los niños
que, sobre, en mano se presentan ante los ilustres visitantes para entregarles una
carta, donde ponen de manifiesto su deseos.
Sí, son los Reyes
Magos. Más magos que reyes. Decimos que eran reyes pero nos olvidamos que eran
magos, conducidos por una estrella.
Kahlil Gibran
decía: “Cuando miras el cielo y fijas una estrella, si sientes escalofríos bajo
la piel, no te abrigues, no busques calor, no es frío, es solo amor”.
Miremos por las
noches más allá de las nubes y clavamos estrellas en el cielo sin sentir temblores
en el cuerpo. No nos pongamos el abrigo de colores, ni busquemos calentar
nuestros sentidos, porque desde que veamos una Estrella en oriente, el frío se
convierte en amores.
Y no vienen ni
han ido a ningún sitio a buscar nada, sino a dar. Es la única lectura que desde
hace 20 siglos podemos hacer de ellos.
Porque entre
otras cosas ya es hora de comprender que dando se recibe. Ese es el verdadero
espíritu de los Magos: enseñan a compartir y dar nuestras energías. Porque la
energía que se da siempre viene de vuelta.
Su energía -y
mayor será si son pequeños- se devolverá. Ojalá este bendito mundo sea capaz de
ponerse en situación de dar y, entre otras cosas, se erradique la pobreza en
todos los sentidos.
Para acabar:
esta fiesta también puede ser interpretada como una fiesta intercultural: la
llamada a vivir en tolerancia entre las distintas culturas. El extranjero es
alguien distinto que nos puede ayudar a
ver las cosas de otra forma. Y su visión siempre nos enriquece.
Cada uno de nosotros podemos ser un Papa Noel,
un Ángel, un Rey Mago, un Salvador, como un milagro para quien lo necesite,
solo con que nos lo propongamos y pongamos esfuerzo en conseguirlo. Todo lo
llevamos dentro y sólo es cuestión de actuar.
Buscamos el
cielo afuera y es dentro donde puede estar.
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