¡Qué de sorpresas se lleva
uno en la vida social! Cuando todo el mundo creía que se podía vestir de la
forma que quisiera la nueva ministra de la Mujer, la familia de los derechos
humanos en el Brasil ha dicho y dejado bien claro que ha surgido una nueva era
en el Brasil: “los niños visten de azul y las niñas visten de rosa". Como
mínimo es para llevarse las manos a la cabeza.
Lo primero que hizo al llegar
a su departamento fue ordenar que
retiraran todas las sillas tapizadas de rojo y la sustituyeran por unas nuevas
con tapizado azul. Las sillas no estaban viejas pero el color rojo lo
visualizaba como que llegó el comunismo. Habrá que preguntarle qué hará con su
sangre pues será roja como la de todo ser humano. ¿Cómo la teñirá de azul o de
rosa? Y lo que es más importante ¿qué partida presupuestaria va a asignar para
cambiar la sangre de color rojo actualmente tienen los brasileños? Y es de
suponer que eliminar de la memoria de los brasileños y de los libros de lectura
actuales el cuento de Caperucita Roja. Igual vamos a necesitar la presencia del
lobo feroz. Porque como Bolsonaro tome
confianza con Trump, el azul falangista volverá a tener su importancia.
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