“Los hombres no
lloran”, “la mujer es más sentimental”, “las emociones le pueden un mucho”,
etc. etc. Son frases que escuchamos con frecuencia para hacer notar la
diferencia entre hombre y mujer.
¿Pensar así no
es uno de las tantos motivos que originan los estereotipos de género? ¿No
tenemos ambos un cerebro qué es el que controla organiza nuestras reacciones
ante las emociones?
Ser felices, por
poner un ejemplo, es un deseo de los dos y la felicidad, igual nos hemos dado
cuenta tarde, consiste en vivir el presente, habiendo superado las heridas del
pasado y mirando con ilusión el futuro. Ambos, insertos en la maraña de este
mundo, nos encontramos con obstáculos para ello, cómo son el querer controlarlo
todo, la mala gestión de las emociones por estar constante al que nos vemos
sometidos.
Y es que
alcanzar la felicidad plena es una utopía. No vivimos una vida feliz. No se
pueden suprimir de la vida el sufrimiento y el dolor. Son inevitables. Lo que
sí hay son momentos de felicidad y esos hay que vivirlo a tope, con toda la
emoción de la que seamos capaces.
Expresar
nuestros sentimientos, dejarnos llevar por las situaciones emocionales siempre
será una cosa positiva para hombre y para mujer. Por eso la conclusión a la que
prácticamente todos sabiamente hemos llegado: la felicidad consiste en vivir el
presente.
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