Primer día
Normalidad de lunes. Miro a
la ciudad y veo como aguanta. Cómo de sucia amanece en las mañanas.. Pero nada
está perdido, el lunes próximo se repetirá la misma cantinela.
Segundo día
En pocos días será mi
cumpleaños. Lo he dejado claro: este año no necesito lo que no tendré. Estaré
fuera.
Tercer día
Regreso a casa. Es noche
cerrada. No creo sea coincidencia que, justo en el puente cuando empieza a
llover, se escuche la canción “Oh, melancolía”. Aunque tampoco la sal me
devuelve ningún nombre. Princesa de mis recuerdos, déjame olvidar que te tengo
miedo.
Cuarto día
Buscando otro libro, encuentro
en la estantería un viejo ejemplar de La Iliada. Me debo estar haciendo viejo
porque no recuerdo cuándo fue la última vez lo abrí. Ojeo algún que otro párrafo
suelto. Y me asalta un pensamiento: “Ya no hay héroes como los de antes”.
Quinto día
Viernes. Consejo de
ministros. Rueda de prensa: el presidente y todos los ministros arropándole.
Anuncia: “Se acabaron los recortes que tanto nos preocupan. La única forma de
acabar con esto es dinamitar lo todo. Les anuncio el comienzo de las gestiones
para ello y que acabarán el próximo viernes, con el comienzo del fin del mundo”.
Sexto día
Lo malo de los sábados es que
no sabes si vas o vienes. Te crees que va a durar eternamente… y no tiene más
que 24 horas, como todos los días.
Séptimo día
El domingo por la tarde
aun no me habré marchado. Los domingos no son tan malos como cantan por ahí. Ni
el frío, ni la soledad, ni el silencio, no hay remedio. No hay enfermedad, no,
ya no.
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