sábado, 22 de julio de 2017

Cantando bajo la lluvia


De pequeñajo y adolescente recuerdo mis grandes estancias en casa de los abuelos. Dos cosas que no tenía en la ciudad: el río y la lluvia frecuente. Muchas veces llovía tanto que el agua corría por el barranquillo que estaba al lado de casa. Hace ya unos cincuenta y cinco años en los que rara vez ha vuelto a correr al agua como si de un río se tratase. Llovía y llovía y llovía, y no por eso íbamos los amigos, Juan, Manolín y yo, a dejar de jugar. Nos aburríamos jugando tanto tiempo al parchís dentro de las casas. Y con el disgusto de los padres y de los abuelos, en mi caso, aprendimos a jugar bajo la lluvia. Porque lloviera no íbamos a dejar de cantar, saltar, correr y brincar. Incluso jugamos a la piola mientras el agua nos empapaba.

Ahora veo llover menos veces – cosas del cambio climático, dicen-, pero cuando veo la lluvia siento como si las nubes desencadenaran huracanes de nostalgia. Y confieso que, a veces, caigo en la tentación de salir a caminar bajo la lluvia y que ésta me empape. Nunca he cogido un catarro o gripe alguna por este motivo. Los adultos están llenos de prejuicios en esto, piensan que así pueden coger un catarro. La lluvia hoy parece en muchas ocasiones como si fuera una cosa del pasado. Al oírla recobramos la curiosidad del niño que veía como ponía ciegos los cristales de una casa.


1 comentario:

  1. Qué lindo!!!! ahora soy yo la que va al pasado a pisar charcos

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