Muchos errores
ha cometido mi país en toda su historia. Y también muchas espinas hemos
pretendido olvidar. Parece como si estuviéramos educados para que la historia
no nos duela. Y el peligro de todo ello es que, acostumbrados a itinerarios
seguros, nos volvamos un día nómadas, sin metas ni objetivos. Sea larga o corta la vida de cada uno, al final
todo queda resumido en unas notas grises que cada uno conserva en la memoria y
que, sean cuales fueren, no van a terminar con esta novela llamada Historia
sino que habrá que continuarla.
Tengamos con
ella el cariño que le profesaba Cicerón quien hablaba de ella como testigo de
los tiempos, luz de la verdad, vida de la memoria, maestra de la vida, testigo
de la antigüedad. Que no se duerman los que con fechas y narraciones, con
poemas o relatos nos hacen presente la Historia.
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