domingo, 9 de julio de 2017

Una doble vida


Comentábamos hace poco en una tertulia de amigos las circunstancias, por casos que conocíamos, de personas que llevan una doble vida. Una de un  buen hacer profesional y de educación social; y la otra algo más oscura, y que pudiera darles vergüenza de conocerse. Es el caso de quienes siendo ante el gran público heterosexuales gustan en la privacidad de su intimidad de la práctica homosexual. Y entre ellos veíamos también el caso cada vez más frecuente de sacerdotes descubiertos en esta guisa. Y nos preguntábamos: Unos y otros malviven su realización personal. No, para nosotros la cuestión no estaba centrada en la homosexualidad, sino en una tercera vía que se vivía a escondidas, fuese del mismo o diferente género.

Para la mayoría de estas personas, hablamos en general sin referirnos a casos concretos, seguramente, esto es algo ya casi imposible e impensable. No aceptarían pasar, de la gloria pequeña o grande, al ostracismo y la marginación. Prefieren sobrevivir de esa manera, a golpe de confesionario. Eso decía hace unas semanas un cura italiano, que lo pillaron frecuentando prostíbulos, que después se confesaba... Tanto para personas casadas como para aquellos que han hecho un compromiso público celibatario, al que nadie les obligó, estas situaciones reflejan  un montón de hipocresía, apariencias, guardar las formas, silencios, sobornos.. Y, todo esto salpicado, como decía el Papa Francisco, recientemente, de corrupción. El dinero para tantas cosas raras... Deprimente. Triste.

Otro problema es que muchos de estos señores, a pesar de vivir como viven, en sus pronunciamientos públicos ante las cuestiones de "sexto y nono", mantienen las posiciones más fosilizadas y conservadoras, sin un ápice de mirarse a sí mismos. Es como si se considerarsen la moralidad en su más pura esencia. Algo que resulta increíble, pero cierto.




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