Acostumbrada al
sol y al calor, la nieve le parecía un fenómeno extraño a la vez que curioso.
Invitada a un curso en el Escorial
aquella mañana, al abrir la ventana y con los ojos todavía cerrados, la
naturaleza le parecía diferente. ¡estaba lloviendo, ¡sí! Pero el agua que caía
venía disfrazada de blanco. ¡Era nieve!!
Con cuarenta y
dos años era su primera vez. En pijama, como estaba, bajó a la calle dejándose
empapar por aquellos goterones de nieve. Hizo que patinaba y patinó. Y su
pijama azul se torno blanquecino.
Sus compañeros
bajaban al desayuno, mientras ella dejándose llevar descalza por el correr de
la nieve. Estaba disfrutando del mejor día de aquel cursillo.
Con un poco de
prisa llegó antes que acabara la primera conferencia. Aquel día su desayuno fue
como un aperitivo de su mar de cada día.
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