jueves, 27 de julio de 2017

En paz


Paseando por la plaza escuché que me llamaban por mi nombre. Sonó como venido en un soplo de viento pues no me dio tiempo de saber a dónde volver la cabeza para buscar a quien me llamaba. Fue justamente esa noche, cuando decidí no volver a verte. Era invierno y toda ocurrió como si la nieve, de repente hubiere congelado nuestras emociones y sentimientos. Así que no hice caso a la voz que me llamaba y crucé al otro extremo de la plaza. Me quedo con una cosa: en el camino que juntos hemos recorrido no me llevo penas sufridas ni fríos inviernos. Los dos hicimos el diseño del recorrido y los dos hemos resbalado en el mismo. Nada me debes. Nada te debo, estamos en paz.


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