sábado, 29 de julio de 2017

Estadísticas

Dicen los que mandan que se ha acabado la crisis. Dicen que el ritmo de crecimiento de nuestra economía es el mayor de Europa, que se crea empleo a un ritmo vertiginoso y que en un año se han creado más de medio millón de empleos. Sinceramente me alegro. Pero ¿por qué no noto ese optimismo entre la gente con la que me trato, los mismos que perdieron su empleo y que han visto reducido drásticamente su nivel de vida y sus expectativas de futuro? Los que han vuelto a encontrar trabajo –muy pocos- ni por asomo ingresan cada mes un sueldo parecido al que cobraban en el pasado.

¿Qué ha pasado entonces para que las cifras macroeconómicas vayan viento en popa y el nivel de vida medio de la gente no sea ni parecido al de antes de la crisis?

El secreto está, como siempre, en la ciencia estadística, según la cual, si tú te comes dos pollos y yo ninguno, la media dice que cada uno se ha comido un pollo (y todos tan felices).


El problema es que yo –que sigo teniendo hambre- quiero saber quién se ha comido mi pollo.


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